Su abuelo materno es fusilado en Gijón en el año 37. Tanto su padre como su madre son niños de la guerra: serán enviados a la URSS siendo aún muy pequeños al poco de estallar la Guerra Civil. Allí crecerán, se conocerán y se casarán. Una vez casados, regresan al Estado español en 1956, estableciéndose en San Miguel de Basauri; es aquí donde nacen Igor y su hermana mayor.
Debido a la militancia comunista del padre de Igor en aquellos años de dictadura franquista y a la persecución de la que es objeto, toda la familia se ve forzada a abandonar nuevamente el Estado español en 1965, estableciéndose en Varsovia gracias al apoyo del partido comunista polaco y de la Cruz Roja. Después de la muerte de Franco, Igor y sus padres regresarán finalmente a Euskadi en 1977.
“Mi padre, por su militancia en el Partido Comunista (en adelante PC) es juzgado por el Tribunal Especial contra el Comunismo y la Masonería que existió hasta 1963; luego se transformó en el Tribunal de Orden Público. Pasa dos años en la cárcel, en el penal de Burgos y en Carabanchel. En 1965 debe abandonar España. Recibe una recomendación por parte del Partido porque está “quemado”, esto significa que estaba siendo muy perseguido por parte de la brigada político-social, la policía política del régimen. Marchamos primero a París, a un piso del PC, donde estuvimos un mes. Posteriormente viajamos a Praga, pues en aquella época había mucha relación entre el PC y los partidos comunistas del este. Finalmente nos envían a Varsovia.
[…] Mis padres siempre soñaban con volver. Para mis padres era como si estuvieran descontando los días para volver. Cuando muere Franco, en noviembre del 75, empiezan a moverse para volver. Mi padre vuelve en el 76, el suyo es uno de los primeros pasaportes que se extendieron en la delegación consular.”
En 2019, 118.264 personas solicitaron protección internacional en el Estado español y de éstas, 4.826 personas lo hicieron en Euskadi. Las causas que obligan a las personas a huir son variadas: la guerra o los conflictos, la miseria, los matrimonios forzados, la violencia del crimen organizado, la mutilación genital femenina, la trata con fines de explotación sexual o la persecución de personas LGTBIQ+, entre muchas otras razones. Detrás de estas cifras tan frías hay PERSONAS. Personas que necesitan más apoyo que nunca. Personas con gran incertidumbre ante la situación sanitaria, social y económica que vivimos actualmente. Personas con las que convivimos, somos vecinas y vecinos. Hubo un tiempo en que nuestro pueblo tuvo que exiliarse, ahora somos refugio de quienes huyen de la violencia y la miseria y buscan vivir en paz en nuestra tierra.
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