Su madre fue Cecilia G. de Guilarte, periodista y una de las primeras corresponsales de guerra tras el estallido de la Guerra Civil. Sus escritos y reportajes le convirtieron en una figura destacada del exilio vasco.
Su padre era comandante del ejército republicano. Su madre, una periodista y reportera de guerra que escribía para el periódico de la Central Nacional del Trabajo (CNT) en Euskadi. La inminente derrota republicana motiva que sus padres busquen asilo, saliendo de Bilbao en el año 1939. Se dirigen primero a Francia y después, en 1940, marcharán hacia el exilio definitivo en México. Una vez en México nacerá Ana Mary, en 1947. Finalmente, toda la familia se asentará en Sonora, estado fronterizo con Estados Unidos, donde el padre trabajará como ingeniero agrónomo.
Ana Mary señala que es gracias a los escritos de su madre (libros, artículos, cartas, ensayos, etc.) que logra conocer lo que sus padres vivieron durante aquellos años. Describe a su madre como una mujer muy avanzada para su época. Una mujer que nunca dejaría de trabajar ni de escribir, y que siempre defendería la idea de que las mujeres también podían opinar y luchar por ideales políticos junto con los hombres.
“Mis padres salieron exiliados en el 39. Mi padre era comandante entonces. Cuando salían hacia Francia, a su exilio, el ejército nacional lo estaba reclamando, seguramente para fusilarlo. Mi madre, aparte de escribir durante toda la guerra, primero en Euskadi y luego en Barcelona, también era conocida como reportera. Estuvo y se casó con mi padre en el Batallón disciplinario de Euskadi. Gracias al puesto que tenía mi padre, ella podía ir en coche hasta el mismo frente donde escribía sus artículos, en las trincheras. Relató todo el exilio desde Barcelona hasta México en un libro que se titula “Un Barco cargado de…”. Relató la misma salida desde Barcelona hasta México en su primer libro de la trilogía del Exilio, “Cualquiera que os dé muerte”, con el que ganó el “Premio Águilas” de Murcia en 1969.
[…] De mis padres he conocido más sobre la época de la guerra por los artículos y cartas de mi madre que por lo que ellos nos contaran. (Mi madre) no era de contar batallitas, y no tuvo interés a su vuelta en buscar los artículos y libros que escribió durante la contienda. Fue una mujer que estuvo en contra de que las mujeres volvieran a sus casas, como se decretó en 1937, donde las mandaron a todas a la retaguardia. A pesar de eso las mujeres tuvieron un papel muy importante. Sobre esto (mi madre) tiene un artículo publicado en la Confederación Nacional del Trabajo del norte (CNT).”
En 2019, 118.264 personas solicitaron protección internacional en el Estado español y de éstas, 4.826 personas lo hicieron en Euskadi. Las causas que obligan a las personas a huir son variadas: la guerra o los conflictos, la miseria, los matrimonios forzados, la violencia del crimen organizado, la mutilación genital femenina, la trata con fines de explotación sexual o la persecución de personas LGTBIQ+, entre muchas otras razones. Detrás de estas cifras tan frías hay PERSONAS. Personas que necesitan más apoyo que nunca. Personas con gran incertidumbre ante la situación sanitaria, social y económica que vivimos actualmente. Personas con las que convivimos, somos vecinas y vecinos. Hubo un tiempo en que nuestro pueblo tuvo que exiliarse, ahora somos refugio de quienes huyen de la violencia y la miseria y buscan vivir en paz en nuestra tierra.
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